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lunes, 29 de abril de 2019

Crítica "Amigas"


Vista: sábado 6 de Abril de 2019.
Función estreno de “Amigas”.
Sala Marechal.




Si sobraran las palabras…
Volvamos. Como si las despedidas fueran un abismo imaginario que podemos saltar una y otra vez. ¿Habrás de esperar allí, al final de todo, como un rosario de manos cómplices que entre miradas, ruegos y silencios me darán la bienvenida? Me verás llegar, como una silueta desdibujada entre coloridas novedades de un mundo en el que he preferido vivir pero del que he huido, como en estampida, siempre en dirección hacia ti; pero aun así seré yo. Por mi parte, solo espero verte. Ahí, en la flor amalgamada de un tiempo que sea capaz de contenernos antes que expulsarnos con su tremenda fuerza centrípeta.
La poética del ansia y la espera tienen cita en este espacio, donde dos amigas pretenden volver a encontrarse, a verse; la verdadera pregunta es si lo lograrán. “Amigas” con las actuaciones de Susana Schvartz y Marcela Cataldo, con dirección de Omar Jacquier y asistencia de dirección de Mariana Mathier, explora los obstáculos, las resistencias y resignaciones de un vínculo íntimo entre dos mujeres con una historia en común.
El espacio escénico, en toda su amplitud, alberga no solo la florida mesa con sus respectivas dos sillas, en anticipación a la llegada de las amigas, sino que también hace presente las ausencias que son tan densas como cualquier otro objeto material que pueda aparecer;  las actrices, entonces, son quienes construyen, a través de sus desplazamientos y juegos actorales el posible lugar donde se dieron cita. En lo que a la mirada del espectador puede aparecer como un café de la “city santafesina” en la actualidad, situando un “aquí y ahora” concretos aunque no tan específicos: podría suceder en cualquier café/bar de la ciudad, cualquier día de la semana, a cualquier hora.
A través del humor físico, la mímica y la introspección como algunas de las herramientas actorales que usan a lo largo de la obra, las actrices (re) construyen momentos fundamentales de la relación entre estas mujeres, invitando al público a sentarse con ellas, para luego alejarlo y llevarlos a su mesa nuevamente, tal como ellas mismas se encuentran y desencuentran.
La concepción del espacio y lo actoral connotan los aspectos más importantes de lo dramatúrgico, ampliándolo del texto a lo escénico, generando un efecto de mamushkas en el relato: lo superficial (“a primera vista”) va abriendo paso a lo concreto, exponiendo con enorme fuerza lo esencial una vez que todas las demás capas fueron removidas. Aparece una búsqueda teatral donde se expone lo genuino de los sentimientos individuales recubiertos por la construcción social de los vínculos interpersonales; esto se puede ver claramente en la ritualidad del encuentro que demuestra rasgos comunes a cualquier otra situación similar, de otras personas, en otro lugar, aunque aparezcan particularidades de estas dos amigas. Al quebrarse esa máscara social es donde inicia el descenso hacia las profundidades de esta relación, así como también de cada una.
La romantización de la amistad, que todo lo puede y todo lo perdona, como temática y uno de los principales conflictos dramáticos encuentra su resolución en los momentos de saturación escénica y actoral donde estas dos mujeres hablan al mismo tiempo, se imitan o se mueven en espejo (recurso presente también en la constitución del vestuario y elementos escenográficos, como ser repetición de colores y patrones)  mientras el público debe decir que y a quién mirar o donde alguno de los lenguajes escénicos (música-iluminación) interviene para darle impronta a alguna de ellas, expandiendo sensorialmente el universo donde habitan aquellos anhelos, deseos, recuerdos y plegarias que se deprenden de cada una. Ese es el principal problema: no hablan el mismo idioma, aunque si intentan decir lo mismo. Esta reflexión sobre el lenguaje y sus limitaciones propone una estética que ronda el absurdo pero también el grotesco, denotando también las limitaciones que existen a la hora de contarle a otro lo que realmente se quiere, siente y/o necesita. Hay una pequeña porción del mundo que es indecible, que no se puede nombrar y allí se instala la experiencia personal. Se pueden usar “palos y señas” pero no hay garantía de que alguien más entienda.
Un ejercicio actoral-escénico excelente, que invita a reflexionar sobre los vínculos afectivos pero también sobre el arte mismo: ¿cómo contar a través del teatro y de otra forma algo tan cotidiano? ¿Cuánto puede recrear el teatro y sus signos de la experiencia humana? ¿Cuál es su verdadero alcance? Hay en esto una visión sobre un espectador presente, incómodo en tanto que activo, reaccionando a lo que sucede en la escena.
Leer el mundo es complejo. Interpretar lo que dice lo es aún más. Es un rastro de migas que lleva a algún lado y lo mismo pasa con las personas. Estas dos amigas en particular intentan por todos los medios que la otra sea capaz de “leerla” en todo su esplendor, porque no pueden hablar un idioma común. Tal vez por el miedo a que lo irrevocable de las palabras desintegre el vínculo, tal vez para evitar malos entendidos, pero de todos modos terminan por distanciarse. Decir “te amo” o “te desprecio” tiene la misma fuerza, puede ser igual de aplastantes o carentes de sentido y  una vez arrojadas al mundo, ya no se pueden recuperar, invaden al otro y lo obligan a decidir, a responder, convirtiendo cada acción en una reacción, en sosiego o provocación, en espera, huida o rendición. ¿Cuál de estos caminos tomarán?

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