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miércoles, 30 de octubre de 2013


-Crónica del 1° Festiclown de Primavera.-
Publicado en el diario "El Litoral" 
Martes 1 de Octubre de 2013
Ediciones impresas y digital
 FESTICLOWN PRIMAVERA
Cuando las narices vienen marchando
Cuando las narices vienen marchando
El público consagró como una exitosa revelación al encuentro organizado desde el Centro Cultural Provincial con el apoyo del Ministerio de Innovación y Cultura. Foto: Gentileza producción
Federico Celario Ocampo
Al grito de “Afuera” se inició el Festiclown Primavera, 1º Festival Nacional de Clown que tuvo lugar en nuestra ciudad del 19 al 22 de septiembre, contando con la participación de artistas locales, nacionales y de proyección internacional, como es el caso de Gabriel Chamé Buendía, clown argentino del Cirque du Soleil.
Durante cuatro días el público se deleitó con una programación de excelente calidad en diferentes espacios de la ciudad, donde el énfasis estuvo en sacar al espectador de la convencionalidad e instalar un nuevo tiempo: el de la alegría.
Luego de intervenir la calle sobre la que se encuentra el Centro Cultural Provincial con música de la Fanfarria Ambulante (banda musical especialmente formada para el festival) y la participación de algunos artistas que realizaron performances para el nutrido público, tomó la palabra la actual ministra de Innovación y Cultura de la provincia, Ma. de los Ángeles “Chiqui” González, quien se mostró entusiasmada por esta iniciativa, aprovechando la ocasión para exponer que el clown es “serio, divertido y sagrado”, haciendo alusión así al valor que éste tiene per se tanto en técnica actoral como género dentro del teatro.
La convocatoria artística reunió a diversas compañías y grupos teatrales, también a clowns oriundos de la ciudad, de otras ciudades y/o provincias, con una larga trayectoria la mayoría y otros que están dando sus primeros (pero firmes) pasos dentro del género. La buena respuesta propició una amplia programación, permitiendo la circulación de espectáculos por diferentes espacios culturales donde se realizaron funciones durante el día, como fue el caso de El Molino Fábrica Cultural, La Esquina Encendida y La Redonda, y durante la noche, en el Centro Cultural Provincial, donde se centralizaron la mayor parte de las obras y presentaciones utilizando para esto las dos salas disponibles, Sala Foyer y Sala Mayor, y también el Hall, el cual, cabe destacar, ya contaba con un ciclo de variedades antes del festival, siendo en esta oportunidad el lugar para las intervenciones de apertura y cierre de cada jornada.
Para disfrutar
En la primera noche tuvo su función “Naturaleza rota” de la compañía Tuto Tul de Rosario -espectáculo apoyado por el Instituto Nacional del Teatro-, con la actuación de José Guirado y la dirección de Gustavo Guirado.
En el segundo día del festival, nuevamente la encargada de abrir fue la Fanfarria Ambulante junto a las presentaciones de diferentes artistas invitados, dando paso luego a las obras “Puro Bla Bla” del grupo Los Bla Bla de Buenos Aires y “Tertulia Gómez cantando calamidades” con la actuación de Julia Castillo y dirección de Lucas Cristófaro, integrantes de la compañía “La Luna y el Bigote” de Rosario. Para cerrar, se llevó a cabo el Clownbaret, donde el público pudo seguir disfrutando de más intervenciones de distinguidos artistas acompañando con aperitivos y entremeses.
Durante la tercera jornada, que aunque muy fría el público acompañó muy bien, se presentaron espectáculos al aire libre, como fue el caso de “Falsa escuadra” de la Compañía Movimiento Armario de Buenos Aires, así como también “Un dúo de tres” de la Compañía La Parlota de San Francisco, Córdoba. Llegada la noche, la fanfarria hizo de las suyas nuevamente mientras más artistas tuvieron su espacio para mostrarse al público. El Grupo La Tramoya estrenó su espectáculo “Hasta las últimas consecuencias”; luego, intervención a cargo del clown Sebastián Godoy de Buenos Aires, precedida por “Lalmahumana: 1º tratado práctico de filosofía payasa” de La Academia del humor de Rosario. Como cierre de un día a puro clown tuvo lugar por última vez el Clownbaret, donde la gran invitada fue Sofía Viola, cantautora, actriz y clown.
Abrieron el cuarto y último día las obras “Los claúnsicos” del grupo La Tramoya y Gustavo “Tuti” Núñez. Fueron parte de la noche de cierre las obras “Lady Ladillas en... alimañas” del grupo Circo Zeta Teatro de Córdoba y como broche de oro el espectáculo “Llegué para irme” de Gabriel Chamé Buendía, el cual tuvo una masiva convocatoria de público.
Referencia aparte son las dos actividades que se llevaron a cabo en el marco del festival, como el seminario “En busca del clown perdido” dictado por Chamé Buendía, y la charla “En torno al lenguaje del clown” a cargo de Cristina Moreira, quien fue alumna en Europa del reconocido pedagogo teatral francés Jacques Lecoq y que a su regreso al país comenzó a poner en práctica como docente lo aprendido con aquel maestro, tanto en el entrenamiento actoral como en la técnica del clown, ámbitos en los que se desempeña actualmente.
Para que el afuera sea adentro...
Moreira, en una amena charla, hizo un repaso por su carrera como docente teatral donde no quedó fuera el espacio para la reflexión, tanto en su propio hacer como en su visión respecto del clown, focalizándose en el entrenamiento del payaso como una búsqueda espiritual a la que debe encontrársele el lado científico, o dicho de otra forma, la fundamentación de la experiencia pura con palabras que no la reemplazarán en lo absoluto pero que sí sustentarán su práctica. Esto no es otra cosa que enmarcar teóricamente la cosmovisión del mundo del clown que luego se hará presente en la escena.
El Festiclown, como espacio que reunió a diversos artistas escénicos y sus espectáculos, también necesita pensarse desde este lugar, donde una crónica de lo sucedido no recupera la mayor parte de lo vivenciado por el público pero sirve de registro de lo que significó como evento para comenzar a leerlo luego como un suceso teatral en un contexto y tiempo particular.
El tan significativo “afuera” del primer minuto del festival que invitaba al público a salir a la calle, deja entrever no sólo la fuerza y el entusiasmo con el que se encaró un proyecto de tal envergadura sino que además es un pedido expreso de comenzar a desandar un camino poco transitado en nuestra ciudad, donde todo el tiempo los artistas necesitan de un público (re)activo para construir la escena y producir el tan esperado efecto de la emoción seguido de la risa.
En eso se basa el trabajo del clown, tal como plantea Moreira citando las palabras de Daniele Finzi Pasca quien dice que el clown vive en el proscenio y por lo tanto está (y quiere estar) con el público pero de un momento a otro ingresa a la ficción. Esto mismo se trasladó a quienes día a día se animaban a asistir, a vivenciar ese efecto “bisagra” de disfrutar, emocionarse, introducirse en la ficción de cada función y pasar a la siguiente, sintiéndose tanto partícipe como espectador.
Se dice que en la variedad está el gusto y en esta ocasión así lo fue. Si bien se pudieron apreciar ciertas correspondencias entre algunos de los espectáculos, por ejemplo en sus procedimientos escénicos, cada cual se destacaba por su temática, originalidad y efecto en el público. Lo interesante de pensar, entonces, es la diversidad en la formación de cada clown y por ende sus cosmovisiones y lo que vienen a decir. Precisamente en torno a esto, Moreira cerró su charla preguntando retóricamente a la audiencia ¿cuál es el ideal del clown?
Fue el deseo expreso de todos los artistas que pasaron por los diferentes escenarios que este Festiclown, festival de la alegría y celebración del teatro local y nacional, se repita. Y es claro que fue el apoyo del público quien lo consagró como una exitosa revelación, a la vez que demostró la versatilidad, adaptación, predisposición y amplio gusto del espectador santafesino en materia teatral. Ahora, la puerta queda abierta para cuando las narices vuelvan a marchar sabiendo que hay un público esperándolas para gritar juntos: “¡Afuera!”

-Crítica Teatral.-

"Los Puros (una noche de amor) "

Vista: jueves 1 de agosto de 2013.- Sala Cervantes- Centro Cultural ATE Casa España.
En el ciclo “Los Jueves me quedo en casa”.

Hasta el último suspiro.-

La espera es una cualidad humana; en ninguna parte de la naturaleza existe tal cosa. Su completa existencia se basa en la postergación de lo anhelado, de la felicidad, de la libertad, de los deseos. Por lo tanto es una construcción cultural. Es así que en algunos casos la vida misma se convierte en la prolongación del tiempo antes de la llegada de la última exhalación. Cualquier intento de acortar esa espera es un pecado contra la humanidad entera, no importa la situación, ni los argumentos, es un acto prohibido.
“Los puros-una noche de amor-” es una imaginación en formato teatral en torno a un hombre y una mujer a los que las atrocidades de la vida ha llevado a sentir que cada momento es una espera  interminable,  la que afrontan teniendo como único sostén el amor mutuo, aunque al final  lo único por lo que pedirán será por libertad.
Es esta espera (planteada como intriga) la que genera el avance lineal de la historia, donde aparecerán sus recuerdos, fotografías de su vida cotidiana, momentos de profunda sensibilidad e ironía.
Estéticamente, la obra se desdobla de lo real a lo astral u onírico, es decir, propone escénicamente dos planos: en uno viven  él y ella; en el otro un personaje “de humo”, el cual los circunda sin que ellos lo sepan.
De manera similar a los de Roberto Arlt en “300millones”, la función de este personaje es la de intervenir para enfatizar las emociones de los otros en determinadas situaciones, siendo su característica más importante referenciar a mundos externos al de esta obra, o lo que se conoce comúnmente como intertextualidad.
Una (entre tantas)  de las referencias que el público podría hacerse sobre este personaje está en las leyendas al norte de Europa, en Irlanda más precisamente,  donde  hay relatos de una entidad espectral a la que se le atribuye la capacidad de anunciar el peligro e incluso la muerte con su canto; se lo llama “Banshee”.
Cuando la vida pierde sentido el ser humano ve como toda lógica se desintegra poco a poco. La cabeza, que no tiene respuestas, busca su válvula de escape y es allí donde aparece el mundo de los sueños o de las fantasías. La irracionalidad del dolor tanto físico como espiritual prolongado que sufren él y ella es lo que habilita dramáticamente a ese personaje de humo y a ese plano que viene con él a aparecer.
La integración de este elemento disparador de sentidos es interpretado por una cantante en vivo, siendo trabajado tanto desde la corporalidad de la vocalista en la forma de trasladarse por el espacio hasta  el vestuario y el maquillaje. Al mismo tiempo, a nivel escénico, es un elemento disruptivo, es decir, instala con su presencia un nuevo tiempo, espacio,  juego, etc. que corta con la linealidad con la que se venía desarrollando anteriormente la historia aunque su efecto es el de acentuar el clima dramático generado hasta el momento de su aparición. La iluminación y el sonido la acompañan ya que son utilizados para hacer presente el antes mencionado plano astral u onírico.
Visualmente, los tonos rosa y verde de la iluminación transmiten un espacio con bruma, vaporoso, por momentos asfixiante, hostil, mientras que los sonidos agudos, acompasados, generan tensión, expectativa, miedo. La aplicación del maquillaje encuentra buena resolución a pesar de pequeños detalles relacionados a la disposición espacial: por la cercanía del público a veces se percibe el maquillaje como artificio mientras que la intención es claramente la contraria.
La voz potente de la cantante hace vibrar el cuerpo del espectador y a medida que la obra transcurre, su semblante de belleza se convierte en amenazador, por lo que el público puede presentir que, al igual que el Banshee de la mitología, su canto es un anuncio trágico.
Por otro lado los actores generan diversos climas a través del buen manejo del ritmo textual lo que transmite al espectador la sensación y el peso de la espera, al tiempo que enfatizan algunos rasgos de sus personajes: en él, su paciencia y devoción; en ella, su fortaleza e ironía.
 Mientras que el trabajo del actor logra condensar los aspectos sensibles  del texto a través de  las imágenes en los relatos que desarrolla a lo largo de la obra,  la actriz consigue maravillosamente la corporalidad de una mujer postrada  a la vez que matiza los diálogos con inflexiones en la voz respondiendo a veces con dulzura para luego dar paso a la mordacidad y acidez en su decir.

Correr del eje el prejuicio sobre una práctica prohibida culturalmente y acentuar lo dramático en una poética de la espera producen en el espectador ternura y compasión pero también momentos de gran crudeza; una experiencia que confronta los cimientos morales altamente arraigados de toda una  sociedad, haciendo mella en cada persona del público que llega a preguntarse  “si acaso fuera yo quien estuviera en ese lugar ¿no sería justo mi pedido de libertad?”. Es entonces, hacia el final, cuando el mayor efecto sucede: el entendimiento.